Soy María Angélica y en 29 años solo podré relatar mi vida desde desilusiones amorosas. El primero que llegó a mi vida es un boyacense, adicto al trabajo, que se negaba a creer que estaba en una relación con una mujer negra. Por eso en sus reuniones familiares me presentaba como una amiga, y ante mis reclamos respondía “No me di cuenta”. El dolor que causó fue fuerte y punzante, dolor que debí vivir sola, pues a mi familia no le convencía mucho la idea de esta relación y pues ya sabemos que pasa cuando una familia conservadora no está de acuerdo con algo. Superé el desamor con cientos de canciones, en especial con “A partir de hoy” interpretada por David Bisbal y el dizque artista Sebastián Yatra.
El segundo llegó cuando yo luchaba por mantener al boyacense en mi vida, al principio fue un conocido de esos con los que te hablas todos los días y te ves de vez en cuando. Pero cuando la relación con S (el boyacense) llegó a su dramático fin, empecé a ver a R con otros ojos, en un afán por acercarme a él de otra manera y ver que podíamos ser más que conocidos, las cosas se tornaron sexuales y lastimosamente no salieron de ese mood. R es un bogotano, que disfruta del rap, hincha del Santa Fe y le gusta rayar paredes de manera profesional. R terminó una relación de dos años, días después me contacto por Instagram ¡Ajá! Pueden sacar sus conclusiones. Para superar a R dejé de escuchar a Mickey Taveras, Gang Starr y “Pambelé” de los Alcolirykoz. En reemplazo empecé a escuchar “Ilusiones” de Diomedes Díaz y “Tenías razón” de Yeison Jiménez.
El tercero y más reciente es J, un solaneño gigante que me hizo replantearme mis dos relaciones anteriores y me rectifico algo que yo ya sabía: ME FASCINAN LOS HOMBRES NEGROS. Él es un hombre independiente con un prometedor y estable trabajo, algo que no tiene ni S, ni R. Está a punto de empezar su segunda maestría (becado) y es un casanova.
Al principio J no me interesaba, yo estaba pasando por la ruptura con R y solo quería que R volviera. Sin embargo, después de mucho insistir, decidí verme con J y quedé flechada. El cuerpo, los labios y la parla de ese hombre no tienen comparación. Él propuso que lo intentáramos, que le diera la oportunidad de ser mi novio, mi hombre. Yo, callando la voz de mi intuición, le dije que sí, gran error. J es un Don Juan y yo solo fui una conquista más.
J tenía un relación estable y duradera con alguien más, yo pasé a ser su amante sin saberlo. Tres meses después me di cuenta de sus andanzas. Se delató solito, posteando una foto con su novia oficial. En ese momento yo sentí morir. Y aún no muero, pero sigo cargando conmigo el luto de que J ya no este en mi vida. Resultó ser un narcisista, machista y mujeriego. Resultó que yo solo fui una opción de TANTAS que tiene. Resulté ser una mujer más que ahora está herida y le suplica a Dios que J la vuelva a buscar.
Por ahora escucho “Corazón de Acero” de Yiyo Sarante y “No quería engañarte” de Víctor Manuelle, porque estas canciones me representan, representan a J y a toda esta farsa en la que creí solo porque odio la idea de estar sola. En unos días pasaré a alguna canción dedicada a la superación de algo que ahora veo inalcanzable.
Solo me queda la escritura para llenar ese vacío que deja en mi la soledad. Solo me queda escribir para sanar lo que viví con S, con R y ahora con J. La escritura es lo único que no me ha abandonado, yo la abandoné a ella por muchos años. Ahora, quiero escribirle un cuento que hable del arrepentimiento y entre líneas decirle que el príncipe azul no existe, que no crea en todo lo que nos han dicho y más bien se siente conmigo, otra vez, a relatar la vida mientras sanamos heridas.
